Historias, relatos breves de laburantes del futbol. A veces ser futbolista no es un privilegio...

martes, 18 de junio de 2013

UN ALMUERZO PESADO

Todos sabemos que en la actualidad del fútbol mundial y profesional, los equipos se concentran varios días antes de los partidos importantes, hasta algunos que juegan varios torneos a la vez quedan concentrados durante semanas enteras. 
La concentración es una parte importante para la programación de un partido, no solo para que el jugador descanse y se alimente bien sino también para formar y unificar el grupo.
Pero en este caso, la humildad y la escasez de recursos nos obligaban a ir a jugar los partidos sin concentrar. El plantel estaba citado en un bar del centro de la ciudad tres horas antes del partido para almorzar y luego arrancar para el estadio.
El presupuesto ni siquiera alcanzaba para que el plantel almorzara en un restaurante, el lugar de encuentro era en un bar que funcionaba de noche como "bar de copas", donde todavía quedaban las pruebas de la noche anterior, el olor a "pucho" era increíble. 
Yendo al tema gastronómico, por lo general, los menúes antes de los partidos consisten en una pequeña entrada con verduras y alguna pequeña feta de fiambre. Y un buen plato de fideos con manteca. Todo liviano pero con una fuerte carga de hidratos de carbonos.
La cuestión que el cocinero del bar no había entendido bien y la pequeña entrada de verduras se transformo en una exuberante picada con aceitunas y fiambres de todos los gustos, solo faltaba la "birra". 
Esta situación enardeció al preparador físico del plantel que le trataba de explicar al cocinero que era una comida bastante pesada para los jugadores que tenían que afrontar un partido en menos de dos horas. Pobre cocinero, de lo único que entendía era de rockolas y de cocktail. Al final, pasamos de largo con la picada y le entramos a los fideos con manteca que no tenían mucho gusto pero eran necesarios para afrontar el partido.

Con el tiempo, uno recuerda entre risas esas situaciones que pasaban en el club, en el momento fortalecían el grupo que se tomaba a modo simpático dichas situaciones, creanme que no quedaba otra.

miércoles, 17 de abril de 2013

TRIPLE TURNO, PERO EN EL BAÑO

La primera pretemporada con el plantel profesional para el jugador juvenil es el primer paso para pegar el salto y afianzarse en el fútbol. Con esa expectativa forme parte de este viaje a Mar del Plata junto al plantel profesional. 
El lugar de hospedaje era un modesto hotel que pertenecía al gremio UDA que quedaba en Punta Mogotes, la alegría de formar parte del grupo de jugadores profesionales no dejaba ver las limitaciones que tenia el lugar. 
El objetivo estaba prácticamente cumplido, solo quedaba demostrar que uno estaba a la altura de las circunstancias y que podía formar parte definitivamente del plantel superior para tener la chance mas adelante en la primera división del club. 
Todo era nuevo, uno admiraba y trataba de aprender de los jugadores de experiencia y de perder rápidamente ese miedo a equivocarse que a veces se apoderaba la cabeza. Cabeza que ya había sido víctima de la maldita rapada para los debutantes en pretemporadas. 
El plan de entrenamiento que dispuso el preparador físico se basaba en jornadas de dobles y triples turnos, lo cual no dejaba tiempo para la distracción. Además, como jugador recién ascendido uno tenia que tratar de hacer las cosas lo mejor posible y realmente terminaba muy agotado. 
La dieta era bastante estricta, hasta que un día el menú indicaba una entrada con zapallitos rellenos, no voy a negar que tenían buena pinta. 
El triple turno había concluido y el hambre asechaba a todos los integrantes del plantel, lo cual esos zapallitos duraron un suspiro en los platos. Nadie se imaginaba lo que iba a venir. 
Es que el problema llegó al otro día, en mi habitación todos los juveniles con diarrea, era un papelón, justamente los que debutábamos teníamos que hacer todo a la perfección y estaba saliendo todo mal. 
No sabíamos que decir, nos mirábamos entre nosotros sin entender lo que nos estaba pasando, mientras esperábamos que salga el compañero del baño cada cinco minutos. Nadie se animaba a dar la cara, pensábamos que era alguna golosina que habíamos consumido fuera de la dieta. 
El tiempo pasaba y se acercaba la hora para arrancar el nuevo día y con eso el primer turno, ninguno de los integrantes de la habitación quería dar el primer paso y hablar con el medico. 
En fin, tomamos coraje, al salir de la habitación me daba cuenta que nadie había salido, algo andaba mal. 
Se olfateaba algo raro, llegando a lo del medico me cruzo con un dirigente y me dice: - ¿Vos también estas con diarrea? – Si, todos los de la habitación. 
Fue automático, me da una pastilla de carbón que ya le había dado el doctor a el y me dice que se suspendía el día de entrenamiento. 
Con esas palabras, también llegó un consuelo que nos salvó de un reto importante, ya que no éramos los únicos con diarrea y también siendo sincero venia bien para bajar el cansancio que se acarreaba luego de varios días de triple turno. 
Con el tiempo uno se ríe de la situación que se vivió en esa pretemporada pero también se da cuenta que los dirigentes por ahorrarse unos pesos o ganarse alguna comisión (el dueño del hotel era amigote del secretario) ponen en juego el trabajo de la gente y el prestigio del club. Nada nuevo, ¿no?

viernes, 5 de abril de 2013

VIVIENDA SI, HELADERA NO


Corría el mes de Agosto del año 2010, ya España era Campeón del Mundo y Argentina sumaba un nuevo fracaso en un mundial.
Estando en casa tomando mate, me suena el celular:
-Hola, están necesitando un jugador como vos en Mandiyú de Corrientes. Te dan el sueldo más la casa y la comida.
Pretemporada en la playa de la capital correntina.
-A lo que respondí, me puede interesar. Déjame pensarlo.
Luego de haberlo meditado con la familia, amigos y novia. Tomé la decisión de ir hacia la provincia del Chamamé y jugar en el Textil Mandiyú.
Corrientes, una ciudad muy tranquila donde la siesta, el gauchito gil y el tereré son sagrados, se paralizaba cada vez que Mandiyú jugaba de local.
El presente institucional del club no era muy auspicioso. Pero las ganas de seguir siendo jugador de fútbol y vivir de lo que a uno le gusta eran mas fuertes que uno.
Como les conté antes, el club se tenía que encargar de conseguirme la vivienda. Después de dormir una semana en un pabellón municipal,  llegó el llamado de un directivo para mudarme al departamento que el club me había conseguido.
Hasta ahí, todo estaba bien, lo que me habían prometido me lo estaban dando. Pero faltaba un pequeño detalle. La casa venia sin amueblar. Si, sin nada. Estaba pelada, le faltaba todo: la heladera, la cama, una tele y hasta unas sillas donde poder al menos sentarse.
Mi cabeza estaba por explotar. No puedo vivir así, decía.
Había dos posibilidades: O me volvía o me quedaba.
Casi sin motivos más que la pasión por el fútbol y por hacer lo que uno ama, me terminé quedando.
De a poco, con la ayuda de gente del club, fui amueblando el hogar.
Ya estaba casi todo, tenia la cama, la tele, muebles en el comedor y hasta un horno eléctrico. Pero faltaba algo importante, aún más en un lugar caluroso como el Litoral argentino. La heladera.
En ese mismo momento, me di cuenta la importancia que tenia dicho artefacto en la vida de una persona. Era muy difícil, todo se tenia que comprar en el momento, lo que sobraba se echaba a perder.
Al ver que el club no daba soluciones ante esta problemática, trate de darle una solución sin ponerme en gastos.
El tema del almuerzo y la cena estaba solucionado de entrada ya que el club tenia un arreglo con un restaurante,  todos los mediodías y todas las noches me llegaba la vianda con el menú pero era imposible vivir sin heladera.
No podía tener una leche o una gaseosa fresca a disposición, todo se tenía que comprar en el momento y terminarlo porque se echaba a perder.
Los días pasaban, los dirigentes seguían mirando para otro lado y  mi indignación era cada vez mas grande.
Por respeto a mis compañeros aguante el primer semestre y decidí irme.
Siendo jugador del ascenso, uno se va curtiendo con las situaciones que le hacen vivir pero créanme que la de vivir sin heladera no es para cualquiera. 

martes, 26 de marzo de 2013

CAMBIAR DE INTERMEDIARIO COMO DE CALZON

Se dijo siempre que los cambios generan incertidumbre, miedos, entre otras cosas; un gran ejemplo tuvimos los argentinos en los primeros años de la década del 2000, cuando en una semana pasaron por el trono presidencial cinco jefes de estado. Recuerdo que la gente no sabia que hacer, no sabia a quien seguir, no entendía porque tantos cambios; bueno, salvando las distancias y pasando este ejemplo al ambiente del fútbol, fue lo que me sucedió a finales del 2009 en el viejo continente, mas precisamente en el sur de Italia. 
Como les conté en relatos anteriores, me encontraba jugando en el ascenso siciliano en un equipo de tradición en la región, pero que no pasaba el mejor momento económico, pensaba para adentro: “Que casualidad, justo cuando llegó yo”, seguramente muchos se sentirán identificados con esta expresión. 
El momento de buscar otras posibilidades mejores en cuanto a nivel futbolístico y monetario había llegado, hacia unos meses que estaba en regla con los papeles comunitarios, estaba habituado al calcio italiano, por ende buscar otras oportunidades era lo primero que tenia en la lista de prioridades a finales de ese año. 
Lamentablemente, el mal necesario de los intermediarios había que tenerlo cerca, porque se facilitaban muchas cosas. Cuando digo mal necesario, quiero que se entienda de la mejor manera; es un metiere que tienen algunos, están en el medio entre los jugadores y los clubes, no son representantes porque no están habilitados por la FIFA u otros temas; entonces solamente te acercan al club, te ofrecen, arreglan el dinero que ganarías mensualmente y una vez firmada la vinculación desaparecen habiendo cobrado su comisión. 
La cantidad de teléfonos anotados en el celular o en papeles perdidos en la billetera como Minguito, eran sorprendentes, entonces había que comenzar a establecer el vínculo lo antes posible, el crédito en el teléfono móvil duraba lo que dura una bandeja con achuras un domingo en familia, pero bueno, había que hacerlo. 
Dicen las estadísticas que de cada diez contactos que se hace, uno da resultado a corto plazo; No quiero exagerar, pero en el transcurso de 48 horas había hablado con no menos de veinte. 
En mi caso la estadística falló, tuve la respuesta de siete, con distintas posibilidades, algunos para firmar directamente en el club correspondiente, otros para hacer dos o tres días de prueba que no es lo deseable, pero vas con la palabra clave que dicen todos "Tranquilo, firmas seguro, ya lo hablé". 
Cuando te dicen eso, seguramente sucede todo lo contrario, la ley de Murphy en este caso funciona a la perfección; 
Entonces, como decía, siete fueron los que propusieron cosas, había que elegir uno primero, las propuestas eran muy parecidas, por lo que la intuición jugaba un factor preponderante, pero bueno no era, ese sexto sentido, el que mejor me funcionaba por esos tiempos. Créanme que la cabeza en esos días te explota, la incertidumbre se apodera del cien por ciento de tu ser, no se piensa en otra cosa, mas que en tratar de elegir de la mejor manera y que dios ponga su cuota de ayuda (en esos momentos hasta el mas ateo del mundo le pide una mano). 
Lo que un intermediario te había dicho minutos antes, en un abrir y cerrar de ojos, podía cambiar, para bien o para mal por eso, que tampoco había que relajarse una vez que se había terminado de hablar con alguno de ellos. 
El tema es que entre ellos se conocen, él mundo es un pañuelo dicen y mas el del fútbol, todo se sabe, todos se conocen, a la larga o a la corta, la verdad termina jugando de titular, es mas, le dan la cinta de capitán. 
Es por ello, que con la experiencia vivida me tomo el atrevimiento de aconsejarle al que esté leyendo esta historia, que vaya siempre con sinceridad y de frente, para evitar inconvenientes futuros. 
Las cosas se me empezaron a complicar, porque algunos de estos intermediarios me preguntaban si solamente estaba a la espera de sus posibilidades, por lo que obtenían como respuesta un si rotundo, por miedo a que no se comprometan por completo con la causa. La realidad es que varios comenzaron a saber que, no solo sus servicios esperaba, por lo que algunos reclamos no tardaron en llegar a mis oídos; reclamos que se pueden analizar por horas, bajo distintos puntos de vista pero no vienen al caso. 
Solamente puedo decir que la desesperación y el apuro, cuando se está a la espera de un club, lo hacen a uno pasar por varios estados emocionales, rozando la bipolaridad, si me permiten ser extremista, con tal de encontrar el lugar justo en el que a uno lo dejen trabajar en lo que ama, sin dudas que entre otras cosas, estos factores te puede llevar a cambiar de intermediario como de calzón.

lunes, 11 de marzo de 2013

ENTREVISTA A JUAN MANUEL VAREA: Un ex Velez en Azerbaiyan

"Los amigos y la familia es lo que mas se necesita, pero un buen asado no estaría mal"

Juan Manuel Varea hace varios años que se encuentra jugando al fútbol en Azerbaiyan, previo paso por Bosnia. Nos llamaba curiosidad conocer un poco del fútbol en estos países y por eso nos contactamos con "Juancito" así se lo conoce por las calles cercanas al Club Pacifico, club donde jugó al Baby Fútbol.

La primer pregunta que me surge es, ¿Como se dio la posibilidad de jugar a Azerbaiyan?
-La posibilidad llega a través de un agente de jugadores que trabaja en Argentina y me contactó a Bosnia (donde estaba jugando yo) y me hablo de esta posibilidad. Lo único que yo sabía era que el fútbol estaba en crecimiento y acepté el desafío de venir.

¿Cuales fueron las sensaciones al llegar?
-Me acuerdo que el primer día llegue de noche entonces no pude ver nada y en la ciudad no había nada. Al otro día salí a recorrer un poco, es un país donde están construyendo a cada rato. Acá predomina el petroleo, por lo tanto no tienen problemas económicos y tienen un centro lleno de luces por las noches y de cafés por las tardes todo nuevo.

El goleador nacido en Capital Federal y que hizo las inferiores en Velez nos cuenta, "La adaptación, como todo a lo nuevo siempre cuesta un poco, pero por suerte había gente conocida (jugadores), y me puse en contacto con ellos y me dijeron un poco como era la vida cotidiana para que sea todo un poco mas facíl".
"La cultura que ellos tienen es musulmán y en ciertos momentos del día, paran a rezarle a su Dios. Después para ellos tomar té es sagrado, donde vayas a tomar algo siempre lo primero que te ofrecen es el te. Y como te mencione antes, quieren hacer un país mas moderno, de hecho hay edificios con las formas de los que se encuentran en Dubai".

¿Con la comida y el idioma como te las arreglas?
-"Yo tuve la suerte que cuando jugué en Bosnia y aparte por mi mujer (Croata), aprendí a hablar ese idioma y acá no solo se habla el Azeri (Azerbaijan), sino también el ruso que es muy parecido al croata y me voy defendiendo bastante con eso, aunque no lo hablo todavía a la perfección. Con la comida en el supermercado encuentro todo, y ya hay un par de restaurantes donde hay carne argentina y vamos seguido a comer. La yerba para el mate me la traigo de allá, acá eso si que no se consigue".

¿Como es el vestuario? ¿Es muy distinto a uno de Argentina?
-En el vestuario somos cinco extranjeros y después todos locales, la mayor diferencia es que musica no se escucha y después las bromas son las típicas que tenemos allá también, como esconder los botines o atarlos.

"El fútbol, como el país, va en crecimiento y están apostando a que la liga sea mas exigente aunque todavía los clubes tienen muchas cosas que amateur, como por ejemplo jugar en canchas sintéticas que no es bueno para las piernas, porque son muy duras y también entrenamos en ellas todos los días" explica Juan Manuel.

Juan tiene un año y medio mas de contrato en su actual club y espera cumplirlo, "Cuando llegue el momento lo veré bien, pero siempre el objetivo es aspirar a mas".

miércoles, 6 de marzo de 2013

ENTREVISTA A RENSO PEREZ: SU EXPERIENCIA EN CATAMARCA


"En Catamarca nos llegó a faltar para comer"


Lunes por la noche, Campana, Provincia de Buenos Aires. Esta hermosa ciudad es la que actualmente tiene como huésped a Renso Perez, volante multifuncional de Villa Dalmine, metedor, criterioso y por sobre todas las cosas buena gente. 
Renso sumamente predispuesto a dialogar con "El lado B de la pelotita", Accedió a contarnos una extraña, rara, divertida y dura experiencia a la vez que le tocó vivir en la provincia norteña de Catamarca. 

¿Por qué Catamarca?
Me decidí ir a Catamarca por interés de saber como era el fútbol de allá, nunca había salido de mi pueblo, así que fui para allá a probar suerte, luego de varios años jugando en un humilde equipo como Barracas Bolivar. Quería ver si podía pegar un salto de categoría. 
A priori la propuesta fue buena, el dinero servía, y la exposición iba a ser mucha ya que el Club Atlético Policial de Catamarca, era el más Grande de la mencionada provincia.

¿Cómo era el Fútbol alli? 
El futbol de Catamarca, fue algo raro, en ese momento militaba en el argentino B, un torneo complicado, en el cual había que acostumbrarse a todo para poder jugar. Los partidos por el torneo Argentino tenían un nivel bastante discreto, duros, ásperos, con cuestiones insólitas. Como todo partido del ascenso, con la diferencia de que al no ir televisado muchas veces, podías y debías prepararte para todo. 

¿Cómo fue el tema social, sabiendo que no hay mucha onda con el porteño? 
Las relaciones sociales las pude superar y creo que bien, viajé con un compañero que ya conocía y gracias a dios encontré gente de las cuales hoy en día me llevo excelente. 
Nos hablamos con bastante frecuencia. Con respecto a la gente del lugar, no puedo opinar mucho, no tuve mayores inconvenientes, un poco cerrados a la hora de escuchar o meter opiniones a los que veníamos de afuera quizás. 
Renso arrancó su carrera en el club de su ciudad, Barracas Bolívar y luego pasó por Atlético Policial de Catamarca y actualmente juega en Villa Dálmine en la "B" metropolitana. 

¿Que fue lo que mas rescatas de la estadía en el Norte Argentino? 
Lo que mas me gusto fue el tema compañerismo, la verdad que saqué cosas muy positivas, conocí gente que me ayudo mucho en mis peores momentos, creanme que esa etapa y ese club, llegaba a sacar lo peor de uno. No Había consuelo, mas que un buen mate con compañeros, cuando llegaba la primer semana de cada mes y el dinero de tu sueldo que arreglaste jamás llegaba. 

¿Que fue lo que quisieras que tu mente borrase? 
Lo que prefiero olvidar de esa experiencia, es el Club ,la institución, los dirigentes, la verdad que la pase muy mal, no nos pagaban en tiempo y menos en forma. Prefiero olvidar. 
Es difícil sacarse de la cabeza las imágenes duras cómo ver que no tenes plata en los bolsillos, o que cada uno entrene con su ropa porque no se pudo lavar la que se usó el día anterior. Pasando por la verguenza de ir al gimnasio que trabajaba para la institución y que te digan que no podes pasar porque el club no pagó el proporcional por cada jugador. 

El volante nacido en la ciudad bonaerense de Bolivar hace 25 años
, nos cuenta, "Increible pero real no nos pagaban, nos faltó la comida y cuando íbamos a jugar eso se notaba".

"Una pena que Los hinchas no se hayan puesto un poco en nuestro lugar para entender realmente lo que pasaba".

¿Volverías a jugar a Catamarca? 
La verdad que no volvería, el motivo está ligado, mayormente a los malos tratos dirigenciales.

martes, 5 de marzo de 2013

TRABAJAR Y JUGAR NO VAN DE LA MANO


El jugador de fútbol, desde el de menor nivel hasta el jugador de élite, está preparado desde chico para las exigencias físicas, exigencias que solamente el que practicó o practica este deporte a nivel competitivo, sabe lo duras que son.
Es por esto que el físico es lo mas importante que el jugador tiene, seguido de la fortaleza mental, por ende, pasa a ser la herramienta principal de su trabajo el cuidarse, el ser ordenado, responsable y criterioso. Quizás es tan o mas difícil que el entrenamiento tangible. Hasta aquí tampoco hemos dicho algo de otro mundo, o algo que sea imposible de realizar, el problema comienza cuando el fútbol no da los suficientes recursos económicos como para poder vivir al gusto de uno. Entonces el trabajo empieza a ser un "mal necesario".
La odisea de lograr ser un ciudadano italiano había llegado a su fin, los papeles estaban en regla, ahora llegaba el momento de insertarse en el mundo futbolístico. 
Hasta ese momento habían quedado posibilidades concretas en el camino, ya que los tiempos de esta burocracia social no son los mismos que los que tienen algunos dirigentes y/o técnicos.  
Había que bajar las pretensiones y agachar la cabeza, entonces allí estaba el Real Niscemi calcio, equipo del ascenso italiano, mas específicamente del torneo de promoción de la zona siciliana, un torneo tan duro como competitivo, en el cual el estado físico tenia un rol mas que importante. Pero lamentablemente, las exigencias de esta competencia no iban de la mano con la remuneración mensual y ahí se presentaba el dilema, ¿Se puede jugar y trabajar al mismo tiempo? 
La plata no alcanzaba para tener una vida normal, sin pasar necesidades. Si bien uno sabe que lo ideal es dedicarse de lleno a la "pelotita", pero cuando la billetera tiene más tarjetas de representantes que papel moneda, les aseguro que esta idea empieza a cambiar. 
Entonces fue cuando un dirigente me planteó trabajar 4 horas diarias antes de entrenar por la tarde. El trabajo era en una zapatería masculina y femenina, atención al público, control de stock, nada que con un poco de picardía argentina sea difícil de realizar. Mi respuesta fue un si rotundo, sacando cuentas y sumando los dos sueldos, pasaba el salario promedio de un italiano clase media, así que le dí para adelante.
Las primeras semanas iba todo sobre ruedas, a las nueve de la mañana estaba en el negocio, a la una salía, iba para casa, comía, después la siesta querida y quedaba como nuevo para ir a entrenar a las 4. 
Pero lo bueno como sabemos todos los que estuvimos en el ambiente del fútbol, dura poco; esas cuatro horas ya no eran tan "cuatro horas" sino cinco, tal vez seis, depende la mercadería que entraba o las cosas que quedaban pendientes del día anterior por hacer.
La siesta cada vez era más corta, las piernas se quejaban cada vez más, como si supieran que iban a tener el doble de esfuerzo, las pasadas, intermitentes, pendientes y trabajos de coordinación empezaban a parecer como torturas orientales.
Pero el día clave llegó; un partido en el que se jugaba el honor de la ciudad, esos partidos que para los hinchas son tan importantes como el día de pago en sus trabajos, partidos que el que pierde recibe las cargadas de la ciudad vecina por meses; "Por favor ganen el domingo", "Si ganan tienen gratis el comer de todo un mes en mi restaurante"  promesas y apuestas por doquier; por ende, la entrega física y mental debería ser mayor.
La semana previa, uno inconscientemente se cuida de otra manera, come mejor, trata de llegar de la mejor forma, pero las responsabilidades fuera del fútbol no entienden de estas cosas, parecía a propósito, esa semana fue la semana de mas trabajo. Pero bueno, las cosas eran así, el presente era ese y había que aceptarlo.
Llegó el domingo, los nervios y la ansiedad estaban presente desde las primeras horas del día; si bien me había levantado un poco cansado, no le di mucha importancia, creí que comiendo bien con el equipo y haciendo una buena siesta, se solucionaba, pero no. 
La pesadez en las piernas era terrible, la cintura parecía haberse puesto de acuerdo con el equipo contrario para molestarme todo el partido; me acorde durante los 90 minutos una y otra vez de cada pack de cajas levantadas 
El partido, nada del otro mundo, fue un 1 a 1 feo y aburrido. 
El tema fue lo acalambrado que terminé, no recuerdo haber finalizado un partido así nunca en mi vida, no había músculo que no me doliera, indeseable hasta para el peor enemigo.
Fue allí donde se me vino a la cabeza una frase tan trillada pero tan bien puesta en el fútbol: "Peor es trabajar", yo no se si peor es trabajar, pero si se que trabajar y jugar, no van a ir jamás de la mano!